domingo, 30 de noviembre de 2014

La ventisca de septiembre

Recuerdo la primera vez que la vi. Seguramente ella ni siquiera se habría fijado en mi, pero yo no me la quitaba de la cabeza. Sentada en una de las mesas del fondo veía como se estremecía cada vez que alguien abría la puerta y el gélido aire del exterior se colaba en la cafetería. Recuerdo perfectamente el libro que estaba leyendo "La ventisca de septiembre". Lo reconocí de inmediato. Era un libo antiguo que había encontrado en un mercadillo de segunda mano y, a partir de entonces se había convertido en mi libro favorito. No podía entender por que no había tenido más fama, pues para mi era el libro más sincero del mundo, decía las cosas tal y como eran y, lo que más me gustaba: tal y como yo las veía.  
Me sorprendió ver a alguien leyendo ese libro, así que le pedí a mi compañero que me dejase a mi atender esa mesa.
-Buen libro. -ella me sonrió, tenía una sonrisa preciosa. De pronto me empecé a sentir muy estúpido. Seguramente aquella chica estaría pensando que soy patético. Parecía una chica muy inteligente, de familia rica y que iría a una buena universidad. Yo, en cambio, llevaba mi delantal blanco de camarero lleno de manchas y bastante más grande de lo que me debería quedar, mi familia no podía pagarme la universidad, así que trabajaba en el "peggys bar" para poder pagármela yo. Daba pena.
-Es mi favorito. Es la tercera vez que lo leo. -Me contestó. Parecía no importarle estar hablando con un camarero cuyo piso sería la mitad de su habitación. Pero a mi si me importaba, sentía que estaba haciendo el ridículo.
-¿Qué va a tomar? -dije nervioso. Seguramente ella lo había notado porque empezó a reírse mientras pedía un café. 
A partir de entonces aquella chica vino todas las mañanas a la cafetería. No volvimos a hablar más. Venía todos los días. Al terminar "La ventisca de septiembre" empezó a leer "Encontrando Sellyfild". Busqué aquel libro por todas partes y lo leí también. Lo leía cuando no teníamos clientes, cuando si, creo que ella me vio leyéndolo alguna vez y pude ver como sonreía sin decir nada.
 Y asi se fue forjando nuestra relación, sin palabras, solo unida por la pasión a la lectura. Cuando ella empezaba un libro, yo me lo compraba y lo leía también y viceversa. 
Pero llegó sepriembre, empezaron las clases, y ella dejó de venir. No sabía ni su nombre, pero la echaba de menos. 

Un año después.

 Yo estaba leyendo "Encontrando Selllyfild" por enésima vez, sentado en la barra, no había a penas ningún cliente.
-Buen libro. -Reconocí esa voz a la perfección. -¿Sabes eso de que una persona te recomienda un libro? Pues a mi me ha pasado al revés, un libro me ha recomendado a una persona. - Le sonreí. Seguía igual que hacía un año.




Entrada en honor a los lectores :) (donde me incluyo)





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