Otro día igual. Él en el asiento 32A, mirando por la ventana, como absorto en sus pensamientos. Yo, detrás de él, fingiendo escuchar música mientras pienso que hoy será él día, hoy le hablaré.
8:19
Llegamos a mi parada, ahora o nunca. Pero... ¿por qué se levanta?
-Disculpa, ¿tienes hora?
-S-si claro, las 8 y veinte.
-Gracias...
¿Por qué me mira? Cuando estoy dispuesta a volver a hablarle él se sienta y el conductor, impaciente, me llama. Salgo corriendo del autobús, avergonzada. ¿Por qué me pregunta la hora si él tiene un reloj Festina que siempre lleva puesto? ¿Querría hablar conmigo? ¿Se habrá fijado en mi? O simplemente se le habrá olvidado el reloj.
8:55
-Tío, tenías razón, la niña esa del autobús se fija en mi. Le he preguntado la hora y se ha puesto roja.
-Lo ves, te lo dije. Y ¿que vas ha hacer? ¿Te gusta?
-Pero que dices, si es una niñata. Vamos a enseñarle que no se mira a los demás...
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